jueves, 20 de agosto de 2009

EL PRINCIPIO DE LA CABALLERÍA


1. Faltó en el mundo caridad, lealtad, justicia y verdad; comenzó enemistad, deslealtad, injuria y falsedad, y de ahí nació error y turbación en el pueblo de Dios, que fue creado para que los hombres amasen, conociesen, honrasen, sirviesen y temiesen a Dios.

2. Al comenzar en el mundo el menosprecio de la justicia por disminución de la caridad, convino que justicia recobrase su honra por medio del temor; y por eso se partió todo el pueblo en grupos de mil, y de cada mil fue elegido y escogido un hombre más amable, más sabio, más leal y más fuerte, y con más noble espíritu, mayor instrucción y mejor crianza que todos los demás.

3. Se buscó entre todas las bestias la más bella, la más veloz y capaz de soportar mayor trabajo, la más conveniente para servir al hombre. Y como el caballo es el animal más noble y más conveniente para servir al hombre, por eso fue escogido el caballo entre todos los animales y dado al hombre que fue escogido entre mil hombres; y por eso aquel hombre se llama caballero.

4. Una vez reunidos el animal y el hombre más nobles, convino que se escogiesen y tomasen de entre todas las armas aquellas que son más nobles y más convenientes para combatir y defenderse de las heridas y de la muerte; y aquellas armas se dieron y se hicieron propias del caballero. Quien quiere, pues, entrar en la orden de caballería debe meditar y pensar en el noble principio de la caballería; y conviene que la nobleza de su corazón y su buena crianza concuerden y convengan con el principio de la caballería, pues, si no lo hace así, sería contrario a la orden de caballería y a sus principios. Y por eso no conviene que la orden de caballería reciba en sus honras a sus enemigos, ni a aquellos que son contrarios a sus principios.

5. Amor y temor convienen entre sí contra desamor y menosprecio; y por eso convino que el caballero, por nobleza de corazón y de buenas costumbres, y por el honor tan alto y tan grande que se le dispensó escogiéndolo y dándole caballo y armas, fuese amado y temido por las gentes, y que por el amor volviesen caridad y cortesía, y por el temor volviesen verdad y justicia.

6. El hombre, en cuanto posee mayor cordura y entendimiento, y es de naturaleza más fuerte que la mujer, puede ser mejor que la mujer; pues si no fuese tan capaz de ser bueno como la mujer, se seguiría que la bondad y la fuerza de la naturaleza serían contrarias a la bondad del corazón y de las buenas obras. De donde, así como el hombre por su naturaleza se halla en mejor disposición de tener noble corazón y de ser bueno que la mujer, así también el hombre se halla más predispuesto a ser aleve que la mujer; pues, si así no fuese, no sería digno de tener mayor nobleza de corazón y mayor mérito de ser bueno que la mujer.

7. Mira, escudero, qué vas a hacer si tomas la orden de caballería; pues si te haces caballero, recibes la honra y la servidumbre que corresponden a los amigos de la caballería; que, cuantos más nobles principios tienes, más obligado estás a ser bueno y agradable a Dios y a las gentes; y si eres aleve, tú eres el mayor enemigo de la caballería y el más contrario a sus principios y a su honra.

8. Tan alta y noble es la orden de caballería que no bastó a la orden nutrirse de las personas más nobles, ni que se le dieran las bestias más nobles y las armas más honradas; antes, convino que se hiciera señores de las gentes a aquellos hombres que están en la orden de caballería. Y como el señorío tiene tanta nobleza, y la servidumbre tanto sometimiento, si tú, que tomas la orden de caballería, eres vil y malvado, puedes imaginar qué injuria sería para tus súbditos y para tus compañeros que son buenos; pues, por la vileza en que estás, deberías ser súbdito, y por la nobleza de los caballeros que son buenos eres indigno de ser llamado caballero.

9. Elección, caballo, armas y señorío no bastan aún al alto honor que es propio del caballero; antes, conviene que se le dé escudero y palafrenero que lo sirvan y se ocupen de las bestias. Y conviene que las gentes aren y caven y arranquen la cizaña, para que la tierra dé frutos de que viva el caballero y sus bestias; y que el caballero cabalgue y señoree y obtenga bienandanza de aquellas cosas en que los hombres pasan fatigas y malandanza.

10. Ciencia y doctrina tienen los clérigos para poder, saber y querer amar, conocer y honrar a Dios y a sus obras, y para dar doctrina a las gentes y buen ejemplo en amar y honrar a Dios; y para ser ordenados en estas cosas, aprenden y frecuentan las escuelas. De donde, así como los clérigos, por vida honesta y por buen ejemplo y por ciencia, tienen orden y oficio de inclinar a las gentes a devoción y santa vida, así los caballeros, manteniendo la orden de caballería con la nobleza de su corazón y la fuerza de sus armas, tienen la orden en que están para inclinar a las gentes a temor, por el cual temen los hombres delinquir los unos contra los otros.

11. La ciencia y la escuela de la orden de caballería es que el caballero haga que a su hijo se le enseñe a cabalgar en su juventud, pues si no aprende a cabalgar en su juventud no lo podrá aprender en su vejez. Y conviene que el hijo del caballero, mientras es escudero, sepa cuidar del caballo; y conviene que el hijo del caballero sea antes súbdito que señor, y que sepa servir a señor, pues de otro modo no conocería la nobleza de su señorío cuando fuere caballero. Y por eso el caballero debe someter a su hijo a otro caballero, para que aprenda a esgrimir y justar, y las demás cosas que son propias del honor del caballero.

12. Quien ama la orden de caballería conviene que, así como aquel que quiere ser carpintero necesita un maestro que sea carpintero, y aquel que quiere ser zapatero precisa de un maestro que sea zapatero, así quien quiere ser caballero conviene que tenga maestro que sea caballero; pues tan inconveniente cosa es que escudero aprenda la orden de caballería de otro hombre que no sea caballero, como lo sería si el carpintero enseñase su oficio al hombre que quiere ser zapatero.

13. Así como los juristas y los médicos y los clérigos tienen ciencia y libros, y oyen la lección y aprenden su oficio por doctrina de letras, tan honrada y alta es la orden de caballero que no basta que al escudero se le enseñe la orden de caballería para cuidar del caballo, servir al señor, ir con él en hechos de armas u otras cosas semejantes a éstas, sino que sería conveniente cosa que se hiciese escuela de la orden de caballería y que fuese ciencia escrita en libros, y que fuese arte enseñada, así como son enseñadas las demás ciencias; y que los hijos de los caballeros aprendiesen primero la ciencia que es propia de la caballería, y luego fuesen escuderos y anduviesen por las tierras con los caballeros

14. Si no hubiese falta en clérigos ni en caballeros, apenas habría falta en las demás gentes; pues por los clérigos tendrían devoción y amor a Dios, y por los caballeros temerían delinquir contra el prójimo. De donde, si los clérigos tienen maestro y doctrina, y frecuentan las escuelas para ser buenos, y si hay tantas ciencias que están en doctrina y en letras, muy grande injuria se hace a la orden de caballería no haciendo de ella una ciencia enseñada por letras y de la que se haga escuela, como sucede con las otras ciencias. Por todo ello, el que escribe este libro suplica al noble rey y a toda la corte que se ha reunido para honor de la caballería que empleen el libro a satisfacción y restitución de la honrada orden de caballería, que es agradable a Dios.

Beato Raimundo Lulio (Ramón Llull)
Fragmento de Libro de la Orden de Caballería

1 comentario:

  1. Eduardo Jorge Rodrigo6/9/09 22:53

    La Caballería Cristiana nació como Verdad Armada al servicio de la Verdad desarmada. Si este concepto aún vive en ella ha de morar sobre la cabeza de cada hombre de este arma que milite en los distintos Ejercitos que el mundo conoce. Y se expresa sobre la cabeza porque aquello que los identifica aquí y allá es la boina rojo punzo. Pero vemos con dolor que la mentira avanza mientras el noble animal descansa en los establos. Sería tiempo ya que aquello que viste la cabeza del caballero y con semejante color impregne su cerviz y de a su corazón el latido de la Dignidad para luchar por la Verdad.

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